Una nueva era en la educación: Estados Unidos debate una universidad pública gratuita
En mayo de 2025, el senador Bernie Sanders y la representante Pramila Jayapal reavivaron una de las propuestas más ambiciosas del panorama educativo estadounidense: el ‘College for All Act’, una iniciativa que busca transformar el sistema de educación superior mediante una propuesta universidad gratuita sin precedentes. Este proyecto de ley pretende sentar las bases de una educación universitaria sin matrícula en todo el país, abriendo las puertas a una nueva generación de estudiantes con mayores oportunidades y menor carga económica.
La iniciativa contempla que los estudiantes de hogares con ingresos anuales de hasta 150,000 dólares (en el caso de individuos solteros) o 300,000 dólares (para matrimonios) puedan acceder sin costo a universidades públicas. Asimismo, los colleges comunitarios serían gratuitos para todos, sin importar los ingresos. Estas medidas apuntan a erradicar las barreras económicas que impiden el acceso gratuito a educación superior y aliviar el peso de las deudas que agobian a millones de familias.
Un paso hacia la equidad: más allá de las matrículas
Más allá de la eliminación de matrículas, la ley incluye el aumento del monto máximo de las becas Pell, duplicándolo de $7,395 a $14,790, y la creación de un fondo de 10 mil millones de dólares para fortalecer las instituciones públicas que históricamente han sido subfinanciadas. Esto constituye un pilar clave de la ley para universidades públicas gratis, y refleja un esfuerzo consciente por cerrar brechas de equidad y nivelar el terreno para estudiantes de comunidades marginadas.
Entre las prioridades del plan también se encuentra el refuerzo de programas como TRIO y GEAR UP, esenciales para estudiantes de bajos ingresos y primera generación. Además, se contempla inversión adicional en instituciones como los colleges tribales y universidades históricamente negras. Todo esto bajo una visión que trasciende lo económico: se trata de una reforma universitaria sin pago mensual que redefine la relación entre el Estado, la educación y la ciudadanía.
Una respuesta a una deuda que asfixia
Actualmente, la deuda estudiantil supera los 1.7 billones de dólares en EE. UU., una cifra que ha convertido la educación superior en una carga de por vida para muchos. El plan educativo sin costo en EE. UU. se presenta como una respuesta estructural a este problema. Según un informe del Pew Research Center, el 63% de los adultos en el país apoyan la idea de ofrecer universidad pública gratuita en América.
La preocupación va más allá del aspecto financiero. En una economía global altamente competitiva, Estados Unidos se encuentra por detrás de otras potencias como Japón, Corea del Sur y Canadá en términos de adultos con titulación universitaria. Sanders ha señalado que una nación que aspire a liderar en innovación, tecnología y desarrollo no puede permitirse una población con acceso restringido al conocimiento.
Un modelo internacional: inspiración en Europa
La propuesta universidad gratuita de Estados Unidos no surge en el vacío. Países como Alemania, Noruega y Finlandia llevan años implementando modelos exitosos de educación universitaria sin matrícula, y se han convertido en referentes en términos de acceso, calidad y sostenibilidad. Estas experiencias demuestran que es posible garantizar un derecho sin comprometer la excelencia académica ni la autonomía de las instituciones.
En este contexto, la propuesta norteamericana podría posicionarse como una política educativa para estudios gratis capaz de redefinir el rol de la educación superior en la democracia. La clave estará en adaptar estos modelos a la realidad de un país diverso, extenso y con profundas desigualdades estructurales.
¿Cómo se financiaría una transformación de esta magnitud?
Uno de los puntos más discutidos del plan es su sostenibilidad financiera. La financiación federal para estudios universitarios se sustentaría en un impuesto sobre transacciones financieras en Wall Street: 0.5% en operaciones de acciones, 0.1% en bonos y 0.005% en derivados. Según los promotores, esta medida podría generar hasta 2.4 billones de dólares en una década.
Este mecanismo busca no solo dotar de recursos al sistema educativo, sino también cambiar la lógica de financiación: que quienes más se benefician del sistema financiero contribuyan a fortalecer el tejido social. El plan también contempla una cobertura estatal de matrículas universitarias a través de acuerdos de cooperación entre el gobierno federal y los estados, distribuyendo los costos y responsabilidades.
Impactos en el sistema y sus actores
La implementación de esta propuesta universidad gratuita tendría un efecto directo en las instituciones educativas. Se espera un aumento significativo en la matrícula, especialmente en universidades públicas y colleges comunitarios. Esto implicaría no solo más estudiantes, sino la necesidad de más docentes, infraestructura y servicios de apoyo.
También se plantea la oportunidad de repensar el modelo educativo: ¿cómo garantizar calidad con mayor volumen de estudiantes? ¿Qué papel jugarán las universidades que tradicionalmente han atendido a poblaciones vulnerables? La propuesta contempla apoyos adicionales a estas instituciones, fortaleciendo su capacidad para cumplir una función social vital.
Un debate que interpela a toda la sociedad
Como toda gran reforma, esta propuesta universidad gratuita ha generado un intenso debate en ámbitos académicos, políticos y económicos. Hay quienes celebran su potencial transformador, y quienes advierten sobre sus implicaciones fiscales y la posible dependencia del sistema educativo respecto a fondos públicos.
Sin embargo, la propuesta ha reabierto una discusión más profunda sobre el papel del Estado, el sentido de la educación y el derecho al conocimiento. ¿Debe la universidad ser un privilegio o un derecho universal? ¿Puede un país avanzar sin garantizar el acceso gratuito a educación superior?
Estas preguntas no tienen respuestas sencillas. Pero lo cierto es que, al colocar sobre la mesa la posibilidad de una universidad pública gratuita en América, se invita a repensar las prioridades sociales y económicas del país.
Un futuro aún en construcción
El camino hacia una reforma universitaria sin pago mensual está lleno de desafíos. La experiencia internacional muestra que estos cambios son posibles, pero requieren compromiso político, consenso social y visión de largo plazo. Estados Unidos está en un punto de inflexión: puede optar por seguir con un modelo excluyente y caro, o por apostar a una educación que sea un derecho, y no un lujo.
¿Estamos preparados para dar ese paso? ¿Qué modelo de país queremos construir a través de nuestras decisiones educativas? Estas son algunas de las cuestiones que quedan abiertas tras la presentación del plan educativo sin costo en EE. UU..
¿Y tú qué opinas sobre esta iniciativa? ¿Crees que es viable una propuesta universidad gratuita en un país tan diverso como Estados Unidos? Te invitamos a dejar tus comentarios, compartir esta noticia en tus redes y ser parte activa de este debate que podría cambiar el futuro de millones de jóvenes.